SABÍAS QUE ? La rendición de Breda (1625)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. Apartado de Madrid y de la Corte, Juan José no fue reconocido hasta los trece años públicamente por su padre.

2. Como primer ministro de Carlos II, en medio de una profunda crisis económica que generó una potente inflación, ordenó trasladar la escultura ecuestre de su padre desde el Alcázar hasta el Retiro, con lo que se ganó el dicho popular: «¿A qué vino el señor don Juan? A bajar el caballo y subir el pan».

 

5 de junio

 

 La rendición de Breda (1625)

En el transcurso de la guerra que las tropas imperiales de la Monarquía Hispánica mantenían —con alguna tregua— desde 1548 en las Provincias Unidas del Norte, o, si se prefiere, en el contexto de la gran guerra europea de los Treinta Años (1618-1648), los tercios de Flandes españoles, comandados por Ambrosio Espínola, sitiaron la estratégica ciudad de Breda (actualmente en el sur de los Países Bajos) a finales de agosto de 1624. Tras algo más de nueve meses de asedio y varios miles de muertos, la ciudad de Breda fue tomada por las tropas españolas el 5 de junio de 1625.

Diez años después, Velázquez exhibía en el recién inaugurado Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro el momento en que Ambrosio Espínola, capitán general de Flandes al servicio de Felipe IV, recibía de Justino de Nassau las llaves de la ciudad de la que hasta ese momento había sido gobernador. Todo el lienzo del pintor sevillano rezumaba genialidad y maestría, pero era el gesto entre ambos líderes lo que más atención acaparaba. En efecto, el cuadro, titulado La rendición de Breda (o Las lanzas), en verdad resumía el gran acontecimiento que supuso para España esa victoria en Flandes y pretendía mostrar la grandeza de una nueva actitud entre vencedor y vencido. Sobre la dignidad de esta victoria ya había tratado un joven dramaturgo afincado en Madrid, que había estado en Flandes por aquellos tiempos —no se sabe con seguridad si llegó a participar en alguna fase del sitio de Breda—. Hablamos de Pedro Calderón de la Barca, quien, apenas unos meses después de la toma de la ciudad del Brabante septentrional, estrenó El sitio de Breda, donde se hace una mención especial de la entrega de llaves de la ciudad con el mismo buen talante escénico que Velázquez mostraría una década después en su cuadro.

Aunque ninguno de los dos artistas niega la crudeza del sitio —en la obra de Velázquez siguen en pie las columnas de humo tras el escenario principal—, lo verdaderamente reseñable de ambas obras no es la victoria en sí, sino cómo es tratada. Pese a todo, en el mismo año de 1625, Simón Fajardo imprimió en Sevilla la Insigne y célebre victoria que por el catolicísimo rey de España, Felipe IV, nuestro señor, ha alcanzado el señor marqués Ambrosio Espínola, general de los estados de Flandes, al que se entregó y rindió la ciudad de Breda a cinco días del mes de junio de 1625, un breve texto en el que «refiérese el modo y forma [en] que los enemigos se entregaron, el pacto y conciertos que de una y otra parte se hicieron; con otras cosas de sumo gusto y alegría para los católicos», donde puede comprobarse la cantidad de sangre que corrió en los diversos enfrentamientos bélicos que tuvieron lugar en el sitio de Breda, donde murieron cerca de cuatro mil personas, entre civiles y militares (unas mil en los tercios españoles), por heridas, hambre y enfermedades.


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