SABÍAS QUE ? Fallece Teresa de Jesús (1582)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. El lema de los carlistas, la mayoría pequeños propietarios campesinos del País Vasco, Navarra, Cataluña y el Maestrazgo, era «Dios, Patria, Rey, Fueros».

2. El ejército de Voluntarios Realistas fue creado para dotarlo con doscientos mil efectivos, pero, durante los diez años que estuvo en funcionamiento, el Estado no llegó a uniformar ni a la mitad.

 

4 de octubre

 

 Fallece Teresa de Jesús (1582)

En mayo de 1582, recién salida de Burgos, donde acababa de fundar su decimoséptimo convento de carmelitas descalzas, Teresa de Jesús volvió a sentirse muy débil. Llevaba dos años viajando por toda Castilla con la salud quebrada, visitando congregaciones carmelitas fundadas por ella misma o creando otras nuevas. Su último periplo acabó el 20 de septiembre de 1582 en Alba de Tormes, donde cayó gravemente enferma. Dos semanas después, en la noche del 4 de octubre, murió en brazos de su compañera carmelita Ana de San Bartolomé. Tenía sesenta y siete años.

Teresa de Cepeda y Ahumada nació en Ávila —según diversos indicios, en la localidad de Gotarrendura—, en el seno de una familia de mercaderes de ascendencia judía. En 1537, tras haber profesado en el convento carmelita de la Encarnación, la joven comenzó a padecer, cada vez con más frecuencia, ciertos síntomas que ya se habían anunciado en su adolescencia. Durante su convalecencia se dedicó a la lectura de ascetas como Francisco de Osuna o fray Luis de Granada. Aunque durante su juventud creyó que no estaba hecha para la vida conventual, parece ser que entre las carmelitas tuvo un comportamiento modélico. En realidad, Teresa sufría fortísimas tensiones espirituales, pues nunca estuvo segura de que las visiones que tenía de Cristo procedieran de la divinidad, por más que las conversaciones que mantenía con teólogos, religiosos y filósofos le indicaran que así era.

Un día consideró necesaria la reforma del Carmelo para devolver a la orden su original espíritu: recogimiento y oración. En 1562 llevó a cabo su primera fundación, el convento de San José de Ávila, pero cualquier reforma en el seno de la Iglesia, aunque se dirigiera a restablecer las virtudes de la vida conventual, era observada con reticencias desde los estamentos superiores; incluso la orden de los calzados se mostró hostil a los propósitos de la abulense, y le costó Dios y ayuda conseguir algunos maravedíes de los cabildos municipales.

Con todo, Teresa de Ávila —como ya era conocida— fundó un buen número de conventos carmelitas por toda España. Para ello tuvo que desplegar una actividad física y política notable, aun a costa de su propia salud, y realizó viajes por toda la Península que provocaron los recelos de sus superiores. En efecto, los conflictos eclesiásticos llegaron a su extremo en 1575, cuando sus más allegados y ella misma fueron denunciados por rebeldes ante el tribunal sevillano de la Inquisición. Su amigo fray Juan de la Cruz y otros miembros carmelitas pagaron el desafío con la cárcel.

La actividad literaria de Teresa de Jesús está íntimamente relacionada con su acción reformadora. En sus numerosas epístolas —cuatrocientas diez cartas— trata de la organización de los conventos, aporta sugerencias para regir las comunidades y para vivir adecuadamente la vida del claustro. Entre sus textos devocionales destaca Camino de perfección (1564), conjunto de enseñanzas destinadas a fomentar el camino hacia Dios entre las carmelitas, idea que también se encuentra en Las moradas o El castillo interior (1577), en el que las estancias de un castillo se convierten en los pasos sucesivos que han de darse hasta alcanzar el encuentro con Dios.


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