SABÍAS QUE ? La batalla de Empel y la Inmaculada Concepción (1585)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. El 12 de diciembre, Joan de Canyamars murió tras habérsele cortado las manos (ejecutoras) y los pies (que lo llevaron hasta la presencia del rey), y arrancado los ojos (que vieron al monarca) y el corazón (que «pensó» la acción).

2. A la semana del atentado, tras la operación de clavícula, el rey Fernando sufrió fiebres muy altas que hicieron temer por su vida. Sin embargo, una vez restablecido, el 19 de enero de 1493 firmó el Tratado de Barcelona (o de Narbona) con Carlos VIII de Francia.

 

8 de diciembre

 

 La batalla de Empel y la Inmaculada Concepción (1585)

Uno de los episodios más controvertidos desde el punto de vista religioso —no desde el militar— de la Guerra de los Ochenta Años (1568-1548), o de Flandes, entre los Estados Generales de los Países Bajos y la Monarquía Hispánica ocurrió el 8 de diciembre de 1585 en la provincia del Brabante Septentrional.

En el otoño de aquel año, el tercio español, al mando del maestre de campo Francisco Arias de Bobadilla, se hallaba en la región bañada por el Waal, el Mosa y otros pequeños ríos para ayudar a los católicos holandeses, leales a Felipe II, que estaban siendo atacados por los rebeldes. El 6 de diciembre, los españoles (e italianos) se encontraron rodeados por las tropas de los diez navíos que el almirante Filips van Hohenlohe-Neuenstein, conde de Holak, había conducido hasta la confluencia de varias corrientes de agua y el Mosa —contenidas por diques—, que formaba una especie de isla. Los hombres de Bobadilla (se dice que unos cinco mil), entumecidos por sus ropas mojadas, apenas tenían alimentos y la situación comenzaba a ser desesperada. Para los holandeses era cuestión de tiempo que los españoles cayeran en sus manos, pero Holak les propuso la rendición. La respuesta del maestre de campo castellano fue: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos». Entonces al almirante holandés se le ocurrió abrir las compuertas de los diques de los ríos con el fin de inundar las tierras adyacentes.

Al día siguiente, las tropas españolas se encontraban refugiadas en una pequeña elevación —la única que se había salvado de las inundaciones— donde hoy se sitúa Empel, si bien estaban absolutamente rodeadas. La situación no podía ser peor, pero se equivocaban quienes así pensaban: comenzó a soplar el viento, que cada vez era más frío. Al atardecer la situación era inaguantable. Uno de los soldados comenzó a cavar un hoyo para tratar de refugiarse en él y, al parecer, un golpe de pala lo detuvo. Había encontrado algo.

Es posible que aquí se mezcle la leyenda con los hechos verídicos, aunque las fuentes procedan de lo descrito por algunos testigos. El soldado había hallado una talla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción y los presentes creyeron que se trataba de una señal. De lo que no hay duda es de que por la noche bajaron tanto las temperaturas que las aguas que rodeaban a los españoles se helaron. Bobadilla vio entonces su oportunidad: animados por el hallazgo de la imagen, los hombres del maestre de campo se convencieron de que podían salir triunfantes de la situación. Al amanecer del 8 de diciembre las tropas avanzaron sobre el hielo y sorprendieron a la escuadra holandesa. La superioridad numérica del tercio español fue decisiva, y la victoria, incontestable. Dicen que el almirante Van Hohenlohe, tras rendir sus tropas, declaró: «Tal parece que Dios es español al obrar tan grande milagro».


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