SABÍAS QUE ? Rendición del cantón de Cartagena (1874)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. El camino francés peninsular está jalonado por más de mil ochocientos edificios religiosos y civiles de interés histórico, y cruza más de cien poblaciones a lo largo de sus 790 kilómetros.

2. En 1987 fue considerado primer itinerario cultural europeo por el Consejo de Europa.

 

12 de enero

 

La proclamación de la Primera República (11 de febrero de 1873) no sirvió para que los desórdenes públicos casi generalizados, sobre todo en Andalucía, cesaran; es más, la inercia revolucionaria continuó y terminó extendiéndose a Levante. El nombramiento como presidente del Gobierno de Pi y Margall (11 de junio), que sucedía a un hastiado Estanislao Figueras, no solo no sirvió para controlar los excesos de los federalistas, sino que espoleó a los más extremistas, que dieron lugar al fenómeno de los cantones.

A principios de julio, una huelga obrera organizada en Alcoy provocó tales revueltas que el ejército tuvo que intervenir, pues los insurrectos habían incendiado una fábrica y asesinado al alcalde de la localidad. En pocos días la sublevación fue aplastada, pero coincidió con el levantamiento de Cartagena, que nada tenía que ver con las revueltas de Alcoy. En la madrugada del 12 de julio, los rebeldes se hicieron con el Ayuntamiento de la ciudad, ya que para los cantonalistas los cargos municipales, representantes del poder central, no tenían cabida en su «nuevo régimen». En los días centrales del mes de julio, el cantonalismo se extendió a ciudades como Valencia, Castellón, Alicante, Sevilla, Córdoba, Málaga, Cádiz, Granada y una docena más de localidades.

El problema que se le planteaba al demócrata y antimilitarista Pi y Margall era enorme, ya que debía restaurar urgentemente el orden si no quería que el movimiento federalista se le fuera de las manos, por lo que no tuvo más remedio que utilizar la fuerza. Un precipitado texto constitucional de Estado federal trató de contentar a los cantonalistas, pero ni siquiera los diputados republicanos creyeron en él y acusaron a Pi y Margall de haber provocado la situación con su política contemporizadora, lo que dio lugar a su dimisión.

Nicolás Salmerón sustituyó a Pi y Margall y reorganizó el ejército. Nombró a Martínez Campos y a Pavía capitanes generales de las regiones de Valencia y Andalucía, focos del movimiento cantonalista. Casi todas las ciudades —mal armadas y organizadas— cayeron a las pocas semanas o meses, incluso después de que Salmerón presentara su dimisión el 5 de septiembre tras los ataques de los diputados de izquierda y, sobre todo, por negarse a firmar dos sentencias militares de muerte. Pero Cartagena fue la excepción, y la dificultad para someterla estribaba en que contaba con el dominio de su parque de artillería, de la escuadra atracada en su puerto y de la jefatura del general rebelde Contreras.

Martínez Campos comenzó a sitiar Cartagena a mediados de agosto. Aun así, la ciudad resistió, hasta tal punto que a finales de noviembre comenzaron los primeros bombardeos. Dos hechos curiosos provocaron suertes dispares: el 30 de diciembre, un sospechoso incendio causó el hundimiento de una fragata cantonalista fondeada en el puerto, y el 6 de enero de 1874 se produjo otro fuego en el depósito de pólvora del parque de artillería, ocasionando un desastre sin precedentes: cerca de cuatrocientos civiles, la mayoría mujeres y niños refugiados en un edificio contiguo, murieron. La última semana de resistencia cantonalista se caracterizó por los bombardeos diarios y constantes, que obligaron a los rebeldes a rendir la plaza el 12 de enero.


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