SABÍAS QUE ? Jacinto Benavente, Premio Nobel de Literatura (1922)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. Apenas un mes después comenzó a estropearse la cosa, y en el verano se reanudó la guerra… que duró setenta años más.

 

9 de noviembre

 

El popular dramaturgo español se encontraba de viaje en pleno océano Atlántico el 9 de noviembre de 1922 cuando recibió la noticia de que había sido galardonado con el más prestigioso premio de literatura del mundo. América ya no solo esperaba a un célebre hombre de teatro, sino a un autor que había sido capaz de conmover a la Academia Sueca por su «alegre manera en que había continuado las gloriosas tradiciones del drama español». El condecorado no pudo acudir al banquete en Estocolmo del 10 de diciembre, pero «envió» a agradecer el Premio Nobel al embajador español en Suecia.

Mariano Benavente, un reputado médico pediatra de la alta burguesía madrileña y amante de las obras de Shakespeare, transmitió a su hijo Jacinto (Madrid, 1866-Galapagar, 1954) su inclinación por la literatura y el amor por el teatro. Tras madurar como aficionado en este mundo, el joven Benavente se decidió a probar su ingenio —hasta 172 obras—, siguiendo en sus primeras creaciones una línea de objetividad costumbrista, ambientada sobre todo en los salones, aunque con derivaciones al medio rural ligeramente idealizado e influido por ciertos aspectos del modernismo. A partir de 1903, y acusando las influencias de Shakespeare y de Ibsen, abordó el género dramático. En 1912 fue elegido miembro de la Real Academia Española.

Inició sus trabajos de crítica con sus Cartas de mujeres, modelo, según algunos, de «exquisita observación»; y su labor teatral con la comedia El nido ajeno (1894), a la que siguieron Gente conocida (1896), El marido de la Téllez (1897), La comida de las fieras (1898), Lo cursi (1901), La noche del sábado (1903), con la que obtuvo su consagración como escritor de teatro; Rosas de otoño (1905), Los intereses creados (1907), según la mayoría de los críticos, de lo mejor salido de su pluma; Señora ama (1908), exaltación del amor maternal —y la obra preferida del autor—; El príncipe que todo lo aprendió en los libros (1909), «deliciosa» escapada al teatro infantil; La losa de los sueños (1911), La malquerida (1913), drama de ambiente rural; La ciudad alegre y confiada (1916), segunda parte de Los intereses creados, que no fue su mejor obra, pero probablemente sí la de mayor éxito de público; Y va de cuento (1919), también dedicada a los niños; Pepa Doncel (1928), Vidas cruzadas (1929), Cuando los hijos de Eva no son los hijos de Adán (1931), Y amargaba (1941), La honradez de la cerradura (1942) y La infanzona (1945).

Entre sus últimos estrenos se encuentran El alfiler en la boca (1953), Almas prisioneras (1953), Hijos, padres de sus padres (1954) y El marido de bronce (1954). Al morir dejó en manos de dos compañías de teatro sus comedias póstumas Por salvar su amor, estrenada poco después de morir, y El bufón de Hamlet (1954), estrenada en 1958. Su afición por el teatro era tal —incluso lo intentó como empresario— que en ocasiones optó por actuar él mismo y encarnar a sus propios personajes.


Понравилась статья? Добавь ее в закладку (CTRL+D) и не забудь поделиться с друзьями:  



double arrow
Сейчас читают про: