SABÍAS QUE ? Muere Mariano Fortuny (1874)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. En la mayoría de los periódicos del día siguiente apareció el mismo titular de portada que Arias Navarro dio en televisión: «Franco ha muerto» (ABC, Ya, Nuevo Diario e incluso Marca), «Ha muerto Franco» (Informaciones) o «Murió Franco» (Arriba); salvo algunos casos curiosos, como el de La Vanguardia: «Ahora que ya no está con nosotros», sobre un primer plano de la cara del Generalísimo expuesto en la capilla ardiente.

 

21 de noviembre

 

 Muere Mariano Fortuny (1874)

Con apenas treinta y seis años Mariano Fortuny ya había generado tendencias entre los pintores no solo españoles, sino europeos. Así era este maestro joven, un pintor genial en su época, un verdadero revolucionario y renovador de la pintura española, notable por el dibujo correcto, y valiente por el dominio de la técnica, por lo admirable de la composición espacial de sus escenarios y por el colorido pleno de vida. Esa misma vida que se truncó en Roma, el 21 de noviembre de 1874, por culpa de una úlcera estomacal que le provocó una hemorragia mortal.

No obstante, cabe decir que la vitalidad del genial pintor catalán, que en lo profesional ya transitaba al comienzo de la década de 1870 por una etapa de prestigio y de salud económica envidiables, no pasaba por su mejor momento, ya que su fama le obligaba a cumplir compromisos pictóricos que le impedían evolucionar, lo que afectaba enormemente a su estado de ánimo, ya de por sí depresivo.

Huérfano a los seis años de edad, Mariano Fortuny Marsal (Reus, 1838) fue criado por su abuelo, que pronto adivinó sus aptitudes y se esforzó por estimularlas, poniéndolo bajo las enseñanzas del pintor local Doménec Soberano. El joven Mariano, tan entusiasmado con la realidad como enemigo del academicismo propio de la década de 1850, se hizo notar muy pronto y a los veinte años consiguió una plaza de pensionado en Roma, donde se especializó en el estudio de tipos populares de la campiña latina.

En 1860, empeñada España en la guerra de Marruecos —o primera guerra de África—, acudió al escenario magrebí, por encargo de la Diputación de Barcelona, para pintar un gran cuadro de circunstancias según el gusto de entonces. Convirtió un conjunto de apuntes, bocetos, estudios, etc., en La batalla de Tetuán (1863), además de traerse consigo —en un segundo viaje a Marruecos en 1862— un admirable tributo a la luz, a los tipos y al ambiente marroquíes (Paisaje norteafricano, 1862). Después residió en Roma, París y Granada.

Autor también de estupendos dibujos y grabados, y de magníficas acuarelas, entre sus lienzos más famosos destacan Fantasía árabe (1867), La odalisca (1861), La batalla de Wad-Ras (1862), Soldado marroquí (h. 1863), Corriendo la pólvora (1863), Viejo desnudo al sol (1870), Matanza de los abencerrajes (1871), Almuerzo en la Alhambra (1872), Desnudo en la playa de Portici (1874), Niños en un salón japonés (1874), y Elección de la modelo (1874), de ambiente dieciochesco. La vicaría (1870), inspirado también en el arte del XVIII, está considerada su obra maestra por lo perfecto de la composición, de los tipos y del colorido, en la que se funden en una extraña síntesis la impresión del boceto con la perfección de la obra terminada.


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